PEMEX: CUANDO LA GALLINA DEJÓ DE PONER.
- Divergente Iberoamérica

- 13 jul
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MÉXICO.-
Desde hace décadas, Pemex se ha convertido en la “gallina de los huevos de oro” para el Gobierno: fuente constante de ingresos, rescates financieros y respaldo ante cada crisis fiscal. Hoy, esa estrategia de sostener a la petrolera estatal con transferencias millonarias y deuda ha alcanzado un punto de quiebre. Con más de 120 000 millones de dólares en pasivos y una rentabilidad erosionada, el uso político de esta paraestatal exige un replanteamiento urgente.
El plan que el gobierno está preparando para refinanciar la deuda, que asciende hoy a más de 120 000 MDD, es una señal clara de emergencia. Se contemplan líneas de crédito con el Banco Mundial, Deutsche Bank y otros, junto con esquemas de factoraje respaldados por Hacienda. El objetivo inmediato: pagar a proveedores (quienes enfrentan impagos por casi 20 000 MDD) y cubrir obligaciones a corto plazo, 6 400 MDD solo este año.
Pero esto no es un simple parche. Es la confirmación de que Pemex, por sí sola, no puede sostenerse. Cada nueva inyección, cada aval de Hacienda, replica un patrón de dependencia financiera que presiona las cuentas públicas y retrasa reformas internas.
Aunque Pemex ha ligado su destino a la soberanía energética, un discurso fuerte en este sexenio, la realidad es dura. La petrolera continúa con números rojos (más de 2 300 MDD en pérdidas trimestrales), y su producción petrolera está en sus niveles más bajos desde 1990.
Mientras tanto, la narrativa oficial concentra la atención en combatir el robo de combustible (“huachicol”), pero deja fuera la urgencia de replantear su modelo de negocio, estructura operativa y marco fiscal.
Cada peso público destinado a Pemex deja de invertirse en salud, seguridad o educación. A su vez, las calificadoras advierten que esta carga financiera contamina la deuda soberana del país. Si no hay un plan sólido, bien diseñado y auditable, Pemex seguirá siendo un lastre que compromete la capacidad de inversión del Estado.
El gobierno habla de “transformación profunda hasta 2040”. Eso está bien, pero necesitamos ver acciones concretas ya:
Reestructura real, no solo refinanciamiento: fusionar filiales, aligerar nómina, profesionalizar liderazgo y mejorar gobernanza corporativa.
Marco fiscal justo y sostenible, con un solo impuesto, 30 % sobre hidrocarburos, 11 % sobre gas, que genere certidumbre.
Transición energética con balance, invirtiendo no solo en petróleo, sino también en gas y renovables, sin hipotecar la competitividad ante un mundo en cambio.
Mayor claridad institucional: auditorías, transparencia y rendición de cuentas para que el rescate se entienda como reforma, no como regalo político.
Pemex ha sido usada como cofre de dinero fácil. Pero servir hasta morir no es un destino. Si realmente se busca su supervivencia, y con ella, la sostenibilidad económica de México, se necesita un shock estructural.
Hoy es momento de pagar la cuenta de décadas de favoritismo. No basta con rescates financieros: debe ser una transformación profunda, enfocada en eficiencia, transparencia y visión energética de largo plazo. Solo así Pemex podrá convertirse en un activo, no en una herencia tóxica para las futuras generaciones.
POR: HELIOS RUÍZ (México)









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