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JUSTICIA HUMANA Y ACCESIBLE.

  • Foto del escritor: Divergente Iberoamérica
    Divergente Iberoamérica
  • hace 13 minutos
  • 2 Min. de lectura


JUSTICIA HUMANA Y ACCESIBLE.

 

En una sociedad que aspira a la equidad, no basta con tener leyes bien escritas, hace falta algo más profundo, voluntad real para que esas leyes funcionen igual para todas las personas. Porque la justicia, entendida como ese espacio donde se resuelven los conflictos y se protegen los derechos, no puede ser un privilegio reservado para quienes tienen recursos, conocimientos o influencias, sino debe estar al alcance de todas y todos, sin excepción.


En el día a día, muchas personas en la Ciudad de México viven con una sensación de distancia frente al Poder Judicial, a veces es el lenguaje técnico que se utiliza, otras veces, los procesos largos y confusos o la percepción de que el sistema es complejo, lejano o ajeno a sus necesidades. Y esa distancia, aunque no siempre se note en las cifras o en los expedientes, sí se percibe en la vida cotidiana de quienes no logran encontrar respuestas cuando las necesitan.


Es por eso que quienes trabajamos dentro del sistema judicial tenemos un compromiso que va más allá de los tribunales, tenemos que acercarnos a la gente, usar un lenguaje claro, comprensible, hacer que los procedimientos sean sencillos, accesibles, y sobre todo, tener siempre presentes los principios de equidad e igualdad, para corregir las desigualdades históricas que han afectado, una y otra vez, a mujeres, personas de comunidades indígenas, personas con discapacidad, miembros de la comunidad LGBTIQ+, y a todas aquellas personas que han sido discriminadas por cualquier razón.


No se trata solo de buenas intenciones, se trata de aplicar la ley con responsabilidad, como lo marca la Constitución, porque la justicia debe ser pronta y expedita. Esto significa que debe llegar a tiempo, que los procesos no pueden tardar años, porque eso también es una forma de injusticia. Cada retraso, cada traba innecesaria, cada silencio institucional, puede convertirse en un obstáculo enorme para quien está buscando ser escuchado.


Tampoco podemos permitir que prejuicios, estigmas o favoritismos se filtren en las decisiones judiciales, la justicia no puede tener rostro parcial, no puede inclinarse hacia un lado solo porque alguien tiene más poder, más contactos o más recursos. Las Juezas y los Jueces, Magistradas y Magistrados tenemos la responsabilidad de aplicar la ley con imparcialidad, escuchando con atención, analizando con profundidad y resolviendo con respeto, sin olvidar a las víctimas, su derecho a la verdad, a la reparación integral del daño, a sentirse acompañadas y protegidas por las instituciones.


En el fondo, de eso se trata la justicia, de dar certeza, de sanar heridas, de reconstruir confianza, pero para lograrlo, necesitamos una justicia más cercana a la gente, una justicia que escuche, que entienda, que hable su idioma, que no tenga puertas cerradas.


El reto es enorme, sí, pero también es urgente, y desde cada espacio, cada resolución, podemos seguir construyendo esa justicia más humana que tanto necesita nuestra ciudad.


 
 
 

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