A poco más de un año de entregar el poder, el multimillonario Horacio Cartes se ha posicionado como uno de los presidentes con menor índice de aprobación de América Latina.
Su afán por la lógica empresarial que persigue resultados sin detenerse a valorar la importancia de la percepción ciudadana, casi con total seguridad ha sido el causante del resultado negativo en su valoración. Desde el primer día de su gobierno los miembros más leales de su partido fueron relegados a un segundo plano,siendo así confiadas las carteras ministeriales a técnicos con mucha formación académica y escaso perfil político.
Los índices macro económicos durante su gobierno son elogiados por la comunidad internacional pero los paraguayos no terminan de vislumbrar siquiera dónde se esconde tanta nueva riqueza generada. La única conclusión es que los ricos son cada día más ricos y los pobres cada día más pobres.
Pero el presidente Horacio Cartes sigue obcecado en la lógica empresarial, tanto que el actual candidato de su movimiento es su ex Ministro de Hacienda, un hombre de 38 años que estuvo afiliado al partido de la oposición desde los 17 años y que para conservar la cartera ministerial, y posteriormente ser candidato del cartismo, tuvo que afiliarse apresuradamente.
Los que elogian al posible candidato del oficialismo, dicen que este es un técnico con mucha preparación que puede sacar al país adelante. La disidencia por su parte replica, que, si Paraguay fuera una empresa, él sería un buen gerente, pero que la administración de un país no persigue el interés económico, sino el bienestar general de los ciudadanos.
Su preferencia por Santiago Peña como precandidato a la presidencia ha provocado el fortalecimiento de la oposición interna dentro del Partido Colorado. El líder de la disidencia, el senador Mario Abdo Benítez, ha conseguido la adherencia de figuras importantes del Partido Colorado como la del actual vicepresidente Juan Afara. Todos destacan la falta de consideración a los colorados de cuna anteponiendo a alguien que en una suerte de oportunismo tuvo que afiliarse al Partido Colorado.
Horacio Cartes, a todas luces, ha prescindido hasta del manual más básico de comunicación política. No ha cuidado ni el mensaje, ni el partido, ni el candidato pero posee algo que el marketing político todavía no tiene en cuenta como la variable más determinante para la victoria electoral en los países no desarrollados: dinero, mucho dinero.
El tiempo irá aclarando cómo evoluciona esta historia electoral y los amantes de la política esperamos con ansias el 17 de diciembre, fecha de las primarias electorales, para ser testigos de una lucha comparable a la de David contra Goliat.
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