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LOS JÓVENES YA NO ESTÁN AL MARGEN: SU VOZ TRANSFORMA HONDURAS

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    Divergente Iberoamérica
  • hace 9 minutos
  • 3 Min. de lectura
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POR: SHARON LÓPEZ (Honduras)


Durante mucho tiempo, se habló de una juventud hondureña apática, distante de la política y ajena a las decisiones que afectan su futuro. Sin embargo, la realidad es muy diferente: los jóvenes hoy están más conscientes, informados y activos que nunca. Con el acercamiento de las elecciones generales de noviembre de 2025, se evidencia que su participación será clave para definir el rumbo del país.


La participación juvenil no es solo un número: es un reflejo de compromiso, conciencia y exigencia de cambio. Las generaciones jóvenes han crecido frente a una Honduras marcada por la corrupción, la desigualdad y la falta de oportunidades. Esa experiencia ha generado desencanto, pero también una urgencia por actuar, por ser protagonistas de su propio futuro y por hacer que su voz se escuche donde antes parecía no importar.


Las estadísticas son claras: cuando los jóvenes no votan, otros deciden por ellos. La abstención puede ser cómoda, pero también es costosa, porque fortalece a quienes no necesariamente representan los intereses de la mayoría. Por el contrario, cuando los jóvenes ejercen su derecho al voto, generan un efecto multiplicador: inspiran a otros, presionan a los políticos y demuestran que la democracia es participación activa, no solo presencia pasiva.


Una de las características más evidentes de esta generación es su acceso inmediato a la información. A través de redes sociales, medios digitales y plataformas de participación ciudadana, los jóvenes están evaluando propuestas, comparando programas y cuestionando promesas vacías. Esto significa que el voto joven ya no se puede predecir con base en lealtades tradicionales o en tendencias históricas; se basa en análisis crítico y en la búsqueda de coherencia entre lo que los candidatos dicen y lo que realmente pueden ofrecer.


Desde una perspectiva política, esto representa un cambio estructural en el juego electoral. Los jóvenes no solo influirán en el resultado de las elecciones, sino que marcarán la agenda pública: sus prioridades obligarán a los candidatos a responder de manera clara y verificable. Además, su capacidad de movilización digital puede amplificar debates, cuestionar discursos vacíos y presionar por rendición de cuentas

 

El desinterés juvenil de años anteriores  no es simple apatía. Es resultado de un desencanto profundo: corrupción persistente, desigualdad económica y falta de oportunidades han erosionado la confianza en los partidos tradicionales. Sin embargo, la evidencia muestra que cada joven que vota no solo ejerce un derecho, sino que también fortalece la democracia. El impacto de su participación se multiplica, porque el voto joven tiende a influir en otros sectores de la población, creando un efecto social y político que puede redefinir resultados electorales.


El 30 de noviembre se presenta como una oportunidad histórica. Cada papeleta marcada por un joven es un mensaje: “mi voz importa, mi futuro importa”. No se trata de confiar ciegamente en un candidato o partido, sino de ejercer poder ciudadano, de transformar la frustración en acción y de asumir que el cambio comienza en la urna.


En definitiva, los jóvenes ya no están al margen. Su voz puede despertar a un país dormido, redefinir la política y abrir nuevas posibilidades. Lo único que hace falta es que decidan salir de casa y votar. Porque Honduras no cambiará por los que gritan más fuerte, sino por quienes actúan con convicción.

 


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