ACCIÓN NACIONAL: UNA REINVENCIÓN NECESARIA
- Divergente Iberoamérica

- 20 oct.
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POR: RICHARD GUEVARA (Venezuela/México)
Este pasado sábado, el Partido Acción Nacional (PAN) de México, presentó oficialmente una nueva imagen institucional con la que busca marcar el inicio de una nueva etapa rumbo a las elecciones de 2027. El anuncio se realizó durante un evento en la Ciudad de México encabezado por el dirigente nacional Jorge Romero Herrera.
Entre los cambios más notorios destaca la renovación de su logotipo, que deja atrás el diseño circular azul característico que el partido mantuvo por más de 70 años. Esta modificación gráfica forma parte de una estrategia más amplia con la que el PAN busca reconectar con la ciudadanía.
Se trata, quizá, de la apuesta política más relevante desde las pasadas elecciones, hace un año, cuando resultó electa Claudia Sheinbaum y Morena obtuvo de manera contundente la reelección. Aunque también hubo un cambio de dirigencia tanto en el PRI como en el PAN, este rebranding representa un intento por redefinir la identidad partidista a través de una estrategia de marketing político que busca modificar la percepción pública.
El proceso implica actualizar o transformar elementos visuales —como el logotipo, la tipografía y los colores— y redefinir la misión, la visión, los valores o el público objetivo. El propósito principal es adaptarse a nuevos contextos, revitalizar la marca, corregir una imagen negativa o diferenciarse de la competencia.
Asimismo, el dirigente nacional anunció una nueva política de alianzas, adelantando que, de cara a la elección intermedia de 2027, el PAN dejará de lado al maltrecho Partido Revolucionario Institucional (PRI), aunque mantendrá abierta la posibilidad de abanderar liderazgos ciudadanos.
Quienes seguimos la épica histórica del PAN —aquella lucha democrática por las libertades y por el valor del voto como herramienta ciudadana frente a la hegemonía del PRI durante décadas— no podemos menos que observar con atención estos anuncios.
La mayoría de los partidos que, como el PAN, fueron desplazados por nuevas organizaciones políticas de izquierda y de derecha, suelen no comprender a tiempo el fenómeno que los redujo a su mínima expresión. Tardan en aceptar que los cambios y la reinvención no son opcionales: son una condición de supervivencia política.
Tras el anuncio, nos fuimos a las redes sociales para observar cómo se desarrollaba la conversación digital. Y, como era de esperarse en el clima polarizado del país —donde ejércitos de bots se activan ante cualquier coyuntura política—, la respuesta fue mayoritariamente negativa.
Predominaron el escepticismo, la incredulidad y la indiferencia. Poco respaldo más allá de los electores naturales del albiazul: las clases media y alta, los sectores profesionistas independientes y los funcionarios de las dependencias públicas donde el partido conserva representación.
Desde Morena, los señalamientos son los mismos de los últimos tiempos: acusan que el PAN está dirigido por uno de los actores del llamado cártel inmobiliario y que su actual dirigente es una marioneta de Marko Cortés Mendoza, a quien responsabilizan de ser el sepulturero de las últimas batallas electorales del panismo.
Que la apuesta sea un compromiso real, que no se quede en un cambio de marketing, porque la ciudadanía no lo tomará en serio. Más que logos, colores y consignas, lo que se necesitan son actitudes y liderazgos sociales comprometidos con la gente. Solo así podrían recuperar la senda de los momentos gloriosos.
La democracia verdadera necesita equilibrios, actores de consenso y disenso, retroalimentación del ejercicio ciudadano y partidos donde la gente pueda participar y expresarse sin que se trunque la posibilidad de alternancia.
Particularmente en México, donde las voces políticas que se oponen a Morena y a su proceso transformador son diversas, este esfuerzo de reinvención del legendario PAN podría representar una bocanada de aire fresco para muchos.










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