México hoy más que nunca, vive una ebullición de emociones encontradas del electorado hacia los políticos y sus respectivos partidos. Gran pecado cometería el que quiera encasillar en simples estereotipos el pensar político de sus ciudadanos, y más aun con la compleja conexión emocional del posible elector hacia un candidato.
Si bien es cierto, que la identificación partidaria y el voto duro han disminuido, para pasar a engrosar las filas de apolíticos del “no le creo nada a nadie”; la intención de votar sigue intacta, aunque solo sea para castigar a los políticos que se considera “han hecho mal su trabajo”.
Y aquí se encuentra el tema que nos concierne, la formación de esa intención de voto, basada casi en su totalidad por una relación emocional. Varios estudios han comprobado que el voto no es racional, por más que el mismo votante lo afirme. Tiene profundas implicancias sentimentales y coyunturales. De hecho, por la coyuntura de cada proceso electoral, se deriva una estrategia única de respuesta y constante adaptación, que denomino valga la redundancia “Estrategia de Coyuntura”.
Obviamente habrá miles de variables en una Campaña Electoral, sin embargo, lo primero es crear una “Estrategia de Diseño” que contenga los objetivos claros y concisos que se deben alcanzar en nivel percepción. Y es esta estrategia la que ha evolucionado hasta encontrarse con la “Neuropolítica”, que se derivada del Neuromarketing.
El nacimiento de la Neuropolítica se dio gracias a la aparición de un nuevo paradigma en la Comunicación Política. Un paradigma que nos dice que hoy la comunicación parte del elector hacia el candidato. ¿Y cómo puede ser eso? Sí por sentido común, el que debe comunicar es el candidato. Dicha afirmación es una verdad a medias, ya que la Neuropolítica nos indica que debemos partir de las “emociones presentes en el posible elector” para la construcción de una estrategia electoral exitosa.
Pero aquí cabe otro principio fundamental, ya que las emociones están presentes y se debe conectar con ellas, es casi imposible cambiarlas o influir en la coyuntura de un ambiente electoral. Esto plantea un enfoque radicalmente diferente. Crear una estrategia a partir de las emociones y no de las cualidades personales o propuestas del candidato.
Es mucho mejor tener una bandera de lucha clara, definir contra que nos oponemos y que defenderemos; que presentar los famosos “pilares” que casi todos los candidatos se enfocan. Nadie al votar, lo hace pensando en “el pilar tres” o “el pilar seis”, el voto es muy complejo para ser racionalizado, pero si tiene una llave principal: Credibilidad y nada más que credibilidad, para poder dar un punto de partida a una conexión emocional que podrá entregarnos frutos reales.
Otro principio que hace más complejo este tema es la utilización de la Mineria de Datos (Data Mining), para poder crear una microsegmentación realista y poder dividir en perfiles susceptibles de reacción a nuestros intentos de influir en su conducta electoral.
La Neuropolitica ha llegado para reemplazar aquellas clásicas campañas donde el candidato lo era todo. Hoy el elector y principalmente sus emociones son el foco de las nuevas campañas electorales en México.
De igual manera, seguiremos viendo tristes campañas electorales construidas para responder a las endorfinas de el candidato y su circulo inmediato, y no a canalizar las emociones ya existentes en las personas. Cuando me presento con un cliente, siempre le aclaro mi trabajo de estratega. “Mi trabajo es agradar al electorado, no a usted”.
POR: DIEGO PANIGO– (Argentina)
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